- De 1.989 a 1.996 se han producido en el mundo 101 conflictos armados, de los que sólo 6 han sido entre estados y el resto en el interior de los estados.
- De 1.990 a 1.995 murieron 5’5 millones de personas en guerras. Durante todo el siglo XX los muertos se elevan a 110 millones.
- Más de 23 millones de personas militan en fuerzas armadas, regulares o irregulares. Entre ellos, más de medio millón son mujeres y 200.000 niños menores de 15 años.
- Existen cerca de 40 millones de refugiados en el mundo como consecuencia de guerras o represión política.
- El gasto mundial en armas por persona (datos de 1.995) supone más de 20.000 Pts. anuales.
- En 1.986 la fuerza nuclear era capaz de matar a 58.000 millones de personas, es decir, 12 veces consecutivas a la población de aquel entonces.
Las dimensiones del problema son aún mayores, si tenemos en cuenta que los datos ofrecidos más arriba son parciales y atrasados.
Ante este panorama internacional, diversos análisis, de uno u otro signo, nos quieren hacer creer que:
- Los conflictos internacionales actuales son diferentes de los de épocas pasadas, tanto por la forma diferente de utilizarse la violencia, como por su carácter interno o por su aparición inesperada (¿?).
- Que esta diferencia impone la utilización de métodos diferentes para afrontarlos, tales como los novedosos de «diplomacia preventiva», firma de tratados de control de armamentos, desarme, prevención de conflictos y gestión de crisis.
Este abordaje, en cambio, no es nada original o, dicho de otro modo, muestra los mismos perros con distintos collares. Seguimos asistiendo a la imposición de la fuerza armada en supuestas operaciones humanitarias, al juego de la imposición de los intereses geopolíticos a gran escala y a cualquier precio, a la generación de conflictos en la periferia (Ruanda-Burundi, etc.), a su mantenimiento mediante el comercio de armas (Ex-Yugoslavia) o a la pasividad malintencionada en Chechenia, Kurdistán, Etiopía o ante las hambrunas africanas.
Frente al escandaloso y ofensivo muestrario de los conflictos actuales, insoportable para la sensibilidad «occidental», la retórica oficial es absoluta, pero, en realidad, ¿Alguien tiene alguna intención de hacer algo respecto a las propias causas de los conflictos o en relación al modo obsceno de abordarlos?. Nuestro blog quiere ser una reflexión al respecto.